Sin Papamóvil blindado, queda a católicos un milagro: que no sea herido Jorge Mario Bergoglio

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POPE
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Habiendo trascendido el enorme riego que corre el sumo pontífice de la iglesia romana en México; y siendo él un temerario, ordenó a sus anfitriones mexicanos que el Papamóvil no sea blindado, ahora solamente queda a los católicos un milagro: que su santidad Jorge Mario Bergoglio Sívori  no sea herido, ni mucho menos que sea ejecutado por los emisarios nacionales del Diablo.

Que hace casi cuatro años, su antecesor Benedicto XVI vino a México, con la condición de que a él no se acercase el arzobispo Norberto Rivera, dada la osadía de éste al haber tratado comprar para sí el papado en el sínodo cardenalicio del 19 de abril del 2005 y, con ello, el mexicano procuró impedir la elección del Papa Ratzinger, por esa grave motivación, éste pidió a la Curia que ese duranguense estuviese a 100 kilómetros de distancia
Que no contaba su santidad Benedicto con que en tierra guanajuatense, a las tres de la mañana se le acercó un sujeto que lo atacó, pero gracias a Dios, Ratzinger sólo fue herido en la frente y tirado al piso, porque pudo defenderse con su báculo pastoral, que contenía una daga envenenada en la punta de la cruz; la sangre papal quedó regada en la alfombra y rociada en almohada, sábanas y edredones de la cama en el cuarto a donde dormía, la madrugada del sábado 24 de marzo del 2012, aunque Guanajuato dizque era un búnker.

Que Andrea Tornielli en su libro “El Nombre de Dios es Misericordia”, consigue que el Papa dijese que los corruptos no sienten la necesidad de pedir perdón, porque les basta el poder sobre el que se basa su corrupción, Bergoglio también le dijo: “Hay que hacer una diferencia entre el pecador y el corrupto. El primero reconoce con humildad ser pecador y pide continuamente el perdón para poderse levantar, mientras que el corrupto es elevado a sistema, se convierte en un hábito mental y físico sistémico, en un modus vivendi”.
Que la argentina Evangelina en otro libro, intitulado “EL Papa de la Gente” relata que Jorge nunca había soñado con ser papa; que después de la renuncia de Benedicto XVI, viajó a Roma convencido de que regresaría a sus actividades proletarias en Buenos Aires pocos días después, pero la historia se le cruzó en el camino. Francisco, el papa de la gente cuenta era un niño nacido en un barrio porteño de trabajadores Las Flores, que creció bajo el mandato familiar de los inmigrantes: estudiar para lograr el ascenso social.
Entonces y en síntesis, Bergoglio era un joven que cuando decidió ser cura, tuvo que enfrentar el disgusto de su madre, que lo había soñado médico; un hombre joven que debió completar catorce años de formación entre los jesuitas como novicio en el seminario de la Compañia de Jesus, habiéndose ordenado sacerdote hasta el 13 de diciembre de 1969, mientras aprendía a superar los obstáculos que se presentaban en su camino; la enfermedad y disputas internas en la Iglesia, dejaron truncos varios de sus anhelos y proyectos.

Que el teólogo Leonardo Boff, uno de los padres de la Teología de la Liberación, habla de la sincronía del Papa Francisco con ese movimiento, que durante décadas fue condenado por El Vaticano; el cura Boff se muestra gratamente sorprendido por el discurso de Bergoglio, quien por donde pasa, suplica por la paz, pero el riesgo en México es que su discurso pacifista ataca a los violentos y corrptos, que según su santidad encarnan al Diablo; y si el exorcismo papal no funciona de inmediato, los sicarios pueden atentar contra el sumo pontífice de Roma en la cañada indígena de Chiapas o en el indomable Michoacán o en el tétrico Ecatepec o en la terrorista Ciudad Juárez o en la inefable Ciudad de México.
Que Jorge Mario Bergoglio Sívori supo vivir esos tristes y largos episodios de su formación jesuítica, como pruebas impuestas por Dios, de esa manera se forjó su corazón de pastor, así se enamoró de la gente jodida, de los desposeídos, y comenzó a soñar con una iglesia pobre para los pobres, con un Evangelio vivo en las calles; y, así, recorriendo el sendero luminoso de los más humildes, el Papa Francisco llegó hasta Roma el 13 de marzo del 2013; y, actualmente, casi a los 80 años de edad podría ser un mártir en México.