Sin libre tránsito peatonal en acera del frente de Palacio Nacional desde que se inició la pandemia

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Por Javier Ramírez

El libre tránsito ciudadano, por la acera principal de Palacio Nacional, sede del Poder Ejecutivo Federal, está cerrado, desde hace más de año y medio cuando comenzó la pandemia, por una infinidad de vallas colocadas en todo su frente del edificio, debido a un sin número de manifestaciones y caída de pedazos de materiales del inmueble que iniciaron su construcción hace medio milenio en una superficie de 40 mil metros cuadrados.

Vale recordar que hay un proyecto para blindar la sede presidencial en su espacio aéreo contra artefactos como drones que sobre vuelen, de cero a mil metros, a la redonda, cuya obra está a cargo de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).

En los primeros meses del actual gobierno todo mundo podía disfrutar de pasar por el frente de esa joya arquitectónica, pero, los plantones y comerciantes ambulantes ocuparon también la acera y los dos accesos al metro. Todo se convirtió en un auténtico caos. Esa situación también pudo influir en el cierre de la acera. Los manifestantes ahora están en la plancha del zócalo capitalino.

Ahora, los viandantes tienen que caminar junto con el flujo vehicular que circula por la plaza de la Constitución, de norte a sur, sin que haya un operativo especial para cuidar la integridad de las Considerado patrimonio de la humanidad, Palacio Nacional inicio su construcción en 1522 y tiene neoclásicos, barrocos y neocoloniales, con material de caliza y granito de tipo residencial y ha tenido siete remodelaciones, y ha sufrido una destrucción parcial el 8 de junio de 1692.

A decir de un policía militar, quien cuida la mansión presidencial sobre la acera envallada, desde que inicio la pandemia del coronavirus se pusieron las protecciones para proteger el edificio de un sin número de manifestaciones y para proteger a las personas de las caídas de pedazos de materiales del frente de Palacio Nacional.

Por eso, la acera principal del inmueble está limpia de plantones y de peatones, quienes tienen que caminar sobre el arroyo vehicular de la Plaza de la Constitución con el riesgo de sufrir un accidente como lo muestran las gráficas de Vorágine.

Un policía de tránsito que dirige el paso peatonal y vehicular, casi al frente de la Catedral Metropolitana, reconoce que se está violando el libre tránsito en la acera de Palacio Nacional con lo que se pone en riesgo, todos los días, la integridad física de los caminantes al utilizar uno de los carriles de automotores.

El artículo 11 constitucional, señala: “Toda persona tiene derecho para entrar en la República, salir de ella, viajar por su territorio y mudar de residencia, sin necesidad de carta de seguridad, pasaporte, salvoconducto u otros requisitos semejantes. El ejercicio de este derecho estará subordinado a las facultades de la autoridad judicial, en los casos de responsabilidad criminal o civil, y a las de la autoridad administrativa, por lo que toca a las limitaciones que impongan las leyes sobre emigración, inmigración y salubridad general de la República, o sobre extranjeros perniciosos residentes en el país.

“Toda persona tiene derecho a buscar y recibir asilo. El reconocimiento de la condición de refugiado y el otorgamiento de asilo político, se realizarán de conformidad con los tratados internacionales. La ley regulará sus procedencias y excepciones”.

UN POCO DEL PALACIO NACIONAL

En 1522, fue segunda residencia privada de Hernán Cortés, encima de una parte del palacio del huey tlatoani Moctezuma Xocoyotzin, después lo adquirió la corona y destinado como sede de los Virreyes de la Nueva España, y de la mayoría de las instituciones coloniales.

De acuerdo a información publica, consumada la Independencia de México, fue sede de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial de los diferentes regímenes republicanos y monárquicos del país durante la mayor parte del siglo XIX; incluso fue residencia personal de todos los gobernantes entre 1822 y 1884; a partir de ahí, permaneció como oficina presidencial hasta 1968, recuperando parcialmente dicha función en 2012, y de manera completa en 2018. Además a partir de julio de 2019 volvió a ser residencia del presidente de la república.

Por casi quinientos años, la construcción del inmueble ha tenido un gran número de ampliaciones y modificaciones en las que han quedado plasmadas las huellas de los distintos gobiernos que ha tenido el país durante el periodo colonial, así como durante su vida como nación independiente. En su construcción se pueden encontrar elementos neoclásicos, barrocos y neocoloniales, siendo el aspecto que hoy tiene el edificio en su exterior resultado de su última ampliación, acontecida durante la segunda década del siglo XX cuando fue añadido el tercer nivel. Alberga un valioso patrimonio histórico-artístico, destacando el conjunto de murales de Diego Rivera.