El misógino de Miranda

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sedesol
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En una comparecencia ante las comisiones de Desarrollo social y Fomento Cooperativo de la Cámara de Diputados, el habilitado como encargado de la política social de Peña Nieto, Luis Miranda, mostró el cobre, regó el tepache, por lo que ahora, diputadas de varios partido –Morena, PAN, PRD, MC – (el PRI le pidió el mismo miércoles que se disculpara con la diputada Araceli Damián, la ofendida por este patán paniaguado de Peña Nieto.

Hasta la fecha del encargado de la operación política de su jefe Peña Nieto es de patán, de perverso, de sórdido, y hace honor a su figura. Es de los que desprecian a las mujeres, de los que están convencidos de que las mujeres deben estar desnuditas en la cama para lo que se le ofrezca al señor, o cargadas y en la cocina como decía antes los bisabuelos, que no los abuelos porque mi abuelo Genaro, que falleció a los 85 años, era aguerrido defensor de la dignidad de las mujeres, quizá porque tenía puras hijas con él.

Los mexicanos son machos. Son misóginos. Desprecian la dignidad femenina. Ellos están seguros de que las mujeres son tontas y que sólo sirven para la cogienda. Que deben doblar la cerviz y abrir las piernas. Y así no vamos a llegar a ninguna parte. De ahí que el gobierno de la ciudad de México excluya a las mujeres, las encapsule en lugares especiales, como hacían los gringos hace años con los negros. Pero, lo hacen para defenderlas de los machos, que les agarran las nalgas, que les acercan el pene, que no tienen ningún respeto ni a su madre. Y de esos pareciera que es Luis Miranda, pero pareciera que es del mismo establo mexiquense.

Este es uno de los grandes y graves problemas estructurales de la sociedad mexicana. En la escuela no les enseñan a los niños a respetar a las niñas. En la casa la primera formadora de machos es la madre. Lávale la camisa a tu hermano, hija. Sírvele la comida a tu hermano, hija y así por el estilo es la educación que la madre imparte a sus hijos desde pequeños. Para el niño carritos, pistolas de plástico. Para las niñas, muñecas, utensilios de cocina, florecitas, color de rosa para ella, color celeste para él. Ahí se formó Miranda y ahora está poniendo en práctica lo que le enseñó su madre.

La diputada Damián, indignada, pidió le al tal Miranda que se disculpara. Este no aceptó que la hubiera ofendido hasta que sus correligionarios priístas le pidieron que lo hiciera. Ahora Peña Nieto está en un brete porque muchas mujeres diputadas de varios partidos le están exigiendo que cese al misógino. Y me temo que no lo va a hacer porque es su amigo, como no lo hizo con los gobernadores corruptos en su momento como Javier Duarte de Ochoa, amigazo de sus amigazos y amiguísimo del presidente.

El colmo, Miranda lamentó de modo burlón hacia la mujer diputada no haber estudiado siquiatría para entenderla (a la diputada Damián.) Y sus declaraciones misóginas fueron rechazadas hasta por el PRI, su partido, del cual el jefe máximo del priísmo Enrique Peña Nieto no debía permitir que los priístas y sobre todo los que ostentan cargos importantísimos como la Secretaría de Desarrollo Social tengan tendencias machistas, y se expresen con odio contra las mujeres. Ninguno de estos miserables se da cuenta de que salieron del vientre de una mujer que los cuidó y los amamantó hasta más no poder.

En fin, que Peña Nieto tiene que convencerse de que Miranda no merece estar como cabeza de la política social porque, además de ser enemigo de las mujeres, se declara operador político, cuando la política social no debería tener partido ni intereses políticos. Con Miranda el priísmo tiene asegurados muchos votos, que van a ser comprados con los recursos destinados al desarrollo social y eso no se vale. Es hasta delito. Pero, esto no les importa a los políticos. Delito es si un ciudadano comete una falta. Si la comete un político no lo es.