Saldos rojos de Peña Nieto

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MÉXICO
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Prácticamente se acabó el sexenio de Enrique Peña Nieto. Sin pena ni gloria, aunque con más pena: dicen que poco más de 30 mil ejecutados relacionados con la guerra del tráfico ilegal de drogas. Y muchos desaparecidos. Escándalos inimaginables como la desaparición de los 43 estudiantes normalistas y el fusilamiento sine juicio de un grupo de presuntos miembros de las fuerzas del crimen, en Tlatlaya, estado de México.

De 2016 quedan 5 meses y medio. Fue el año fatal para el presidente, Su partido, el Revolucionario,  del que él es el jefe supremo, fue declarado en bancarrota. Tuvo que entregar uno de sus bastiones más importantes: Veracruz, cuyo palacio de gobierno, en manos de un priísta, fue convertido en cueva de ladrones. Y se lo tuvo que entregar a otro personaje de non sancta fama. Un Yunes con cuentas pendientes con la transparencia. Un ex priísta convertido al partido de los meones de agua bendita, como les decía su propio fundador, el preclaro Manuel Gómez Morín.

Qué podemos decir de la economía. Que hay estabilidad en la macroeconomía. Pero que esa estabilidad se ve confrontada con la inestabilidad de las finanzas internacionales, la apreciación excesiva del dólar frente al peso, fenómeno que atiza la inflación, y que, por lo pronto no hay salidas, porque el petróleo sigue regalado. Y Pemex, en camino sin retorno hacia convertirse en una empresa privada en manos de capitalistas extranjeros.

Sin embargo, esa estabilidad macro económica les importa un pito a los millones de pobres. La economía real está estancada y con una carestía de la vida cada vez más alta, más sanguinaria, más depauperadora. El país está pasando por una feroz estanflación. O sea estancamiento de las variables económicas reales (el producto interno bruto) y un crecimiento alto y sostenido de los precios al productor que muy pronto se reflejará con mayor fuerza en los precios al consumidor. Pero más que nada al consumidor pobre porque a los ricos la inflación les hace lo que el viento Juárez en Oaxaca.

Peña Nieto cumple con sus compromisos. decía la propaganda de campaña electoral del actual presidente. Pero le falló. Lo que no le falló es que la Casa Blanca lo puso en jaque y ahora para las mayorías es santo de su devoción. Lo creen un presidente corrupto y se burlan de él una y otra vez ya no sólo en las llamadas redes sociales, sino en la prensa escrita y el la televisión.

Las reformas estructurales a las que Peña Nieto apostó, iniciándolas en el Congreso y pagando millones de pesos para que diputados y senadores las aprobaran, han sido un fracaso. Rotundo fracaso. Todas. La que más ruido ha hecho es la Educativa porque los maestros no están de acuerdo con ella, especialmente con las metodologías de las evaluaciones académicas. Los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, de izquierda, han dado una lucha casi a muerte. Y la represión ha caído sobre de ellos por su contumacia y porfía. También, hay que reconocerlo, por sus excesos aunque en estos  han participado infiltrados mandados por quién sabe quién para desprestigiar a los muchachos. Los maestros afiliados al sindicalismo oficial, representado por el SNTE, también en desacuerdo pero callados por temor, por pánico de que sean cesados, aunque se rebelaron las secciones de Sonora, Chihuahua y Nuevo León siguiendo los pasos de Michoacán, CDMX, Guerrero, Oaxaca y Chiapas. Una lucha perdida por Peña Nieto, aunque no dé marcha atrás sólo por soberbia.

Son muchos los pendientes que por falta de espacio no se pueden reseñar ahora en Análisis a Fondo: Inseguridad pública, narcotráfico, ejecuciones (miles), desapariciones forzadas, feminicidios y un sinfín de infortunios. Y la anticorrupción se quedó en palabras escritas en la constitución. Pero la Constitución es letra muerta y lo saben todos los mexicanos. La aplica el gobierno en contra de sus enemigos políticos.

Todo este cúmulo de desventuras, sólo hasta 2016. El año en que el PRI perdió la vergüenza y aceptó un “líder” salido de las manos presidenciales para hacerla de enterrador. Dirá Peña Nieto: el que viene atrás que arrée. Yo ya me voy. Y hasta cómplices como Jorge Castañeda se declaran enojados. Ya hasta la vergüenza perdieron. Aunque cuándo la han tenido.

2017 será un año en el que no pasará nada. Seguirá fuerte el estancamiento con alta inflación y aumentará la pobreza, que lo único que les va a importar a los políticos es la campaña del 2018 para otro ciclo de corrupción, engaño, latrocinio e impunidad.

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