El “caballo negro” en el pasional laberinto electoral oaxaqueño

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Murat Alejandro
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Dos queridos amigos ya fallecidos, Eloy García Aguilar y Artemio Meixueiro, ambos oaxaqueños, bromeaban con los odios que surgen y dominan las vidas y destinos de personajes, familias y poblados enteros en aquel hermoso y pobre estado.

En Oaxaca son tan fuertes y profundos los odios que no pocas veces llevan a sus dueños a la muerte.

De esos odios son los que dominan hoy las acciones y estrategias de los exgobernadores priístas Ulises Ruiz, José Murat y Diódoro Carrasco… y quizá a Heladio Ramírez.

Son tan fuertes y profundos sus odios entre sí, que ahí no hay espacio para el menor acuerdo ni arreglo alguno. Prefieren morir (no sé si nada más políticamente hablando) antes de dejar que gane el otro.

Hoy eso tiene que ver con el proceso de elección de candidato del PRI –y de otros partidos-, a la gubernatura del Estado.

Y cómo el tiempo no se detiene y como no hay plazo que no se cumpla, el abanderado del tricolor deberá surgir a más tardar a fines de enero o ya muy cargado el margen, hacia la primera parte de febrero próximos.

En esta competencia, como Usted bien sabe, están:

–       Alejandro Murat, hijo del exgobernador José Murat Casab.

–       Eviél Pérez Magaña, el  hijo político del exgobernador Ulises Ruiz.

–       Gerardo Gutiérrez Candiani, el alfil del exgobernador Diódoro Carrasco, y;

–       Narcedalia Ramírez, hija del exgobernador Heladio Ramírez.

Detrás de estos cuatro, hay una larga lista de aspirantes en que se confunden militancias partidarias, familiares y de grupos.

Ahí, sin mayores posibilidades de ser, se encuentran Mariana Benítez Tiburcio, Samuel Gurrión, Salomón JaraOthón Cuevas, Martín Vázquez, Javier Villacaña y hasta hace poco Héctor Pablo Ramírez Puga, quien acaba de auto-eliminarse de la contienda al no presentar su renuncia a Liconsa dentro del plazo en que debía hacerlo para ser considerado un competidor más.

Por fuera están el expriísta José Antonio Estefan Garfias (quien dicen es el preferido de Gabino, el gobernador saliente), y Francisco Martínez Neri, coordinador de los diputados federales del PRD, exrector de la Universidad Autónoma Benito Juárez y medio hermano de Felipe Martínez Soriano, así como la panista Eufrosina Cruz Mendoza.

ELECCIÓN ENTRE 4

Con las cosas así, la selección del candidato del PRI a la gubernatura de Oaxaca, se ha convertido en una pelea a muerte entre los exgobernadores mencionados.

Cada uno tiene su carta para esta sucesión y cada cual le pone toda su experiencia y capital político para que salga.

Así el más expuesto de todos los aspirantes ha resultado ser el no tan joven (ya es un cuarentón), Alejandro Murat,  quien renunció hace poco a  la dirección del Infonavit  para al parecer satisfacer el deseo de su papá, el exgobernador Murat Casab,  de buscar la candidatura del PRI a la Gubernatura de Oaxaca.

Sólo que los deseos del papá se estrellan una y otra vez ante la inelegibilidad del hijo quien no nació en Oaxaca, ni ha vivido en este estado y quien ha cursado sus estudios en las escuelas más caras de México y EU (el ITAM y la Columbia University de New York) y prácticamente no conoce ni es conocido en esta entidad.

Alejandro es prácticamente un habitante del Estado de México del cual fue diputado federal en 2003 y en 2006, designado por el entonces gobernador Enrique Peña Nieto, fue titular del Instituto de la función Registral y luego del Consejo Directivo del Sistema de Radio y Televisión Mexiquense, en donde además es Notario Público.

Al llegar a Los Pinos, Peña Nieto lo hizo Director General del Ifonavit.

El papá de Alejandro y él mismo, saben que no cumple la residencia de 5 años exigida por la Constitución General de la República para ser candidato. Este requisito acaba de ser reiterado por la Suprema Corte al desechar una reforma del Congreso de Oaxaca, que intentó recortar de 5 a 3 los años de residencia para poder ser designado candidato a gobernador. Empecinado en empujar la candidatura de Alejandro, Pepe Murat insiste en que sí puede ser el abanderado del PRI si acude a una argucia legaloide: proclamarse hijo de oaxaqueño.

No uno ni dos, prácticamente todos los constitucionalistas conocidos advierten que Alejandro es inelegible para ser candidato.

Con esa carta bajo el brazo los exgobernadores, Ulises Ruiz empuja a su vez la candidatura de Eviel Pérez Magaña; Diódoro Carrasco ha metido en la canasta la aspiración de su exempleado Gerardo Gutiérrez Candiani –un empresario sin empresas y quien arrastra un fraude de 60 millones de pesos cometido con dineros públicos como presidente de Coparmex-; y Heladio Ramírez intenta lanzar a su hija Narcedalia.

Los experimentados políticos oaxaqueños, esos que saben de odios y sus consecuencias, advierten que la disputa por la candidatura va hacia una confrontación con rupturas que lo único que garantizan es la derrota del PRI en las elecciones a gobernador.

La pelea no es entre los alfiles e hijos de los exgobernadores, sino entre ellos.

Y unos no van a dejar pasar a los otros. Prefieren hundirse antes que gane el contrario.

Pero en todo este laberinto electoral oaxaqueño, no hay duda de que quienes más odios concitan, son los Murat’s.

Nadie está dispuesto a dejar pasar a Alejandro. Y si por alguna circunstancia pudiera pasar… y ganar la elección, entonces Alejandro será uno de los gobernadores más endebles y vulnerables que haya tenido Oaxaca.

¿CABALLO NEGRO?

En este contexto –del cual deben tener más que pormenores y prospectivas desde Enrique Peña Nieto y Miguel Ángel Ososrio Chong, hasta llegar a Manlio Fabio Beltrones-, comienza a surgir la posibilidad de una solución alterna.

De ahí surge, dicen quienes saben, la sorpresiva inclusión de Alfonso Gómez-Sandoval Hernández, quien renunció a la secretaría General de Gobierno de Gabino Cué, y quien ya es considerado como el corredor emergente de Peña Nieto para la candidatura priísta al gobierno de Oaxaca.

Gómez Sandoval es un político priísta excepcional: cuenta con más de 30 años de militancia en el tricolor y en ese tiempo ha sido colaborador de prácticamente todos los gobernadores en conflicto: desde Heladio Ramírez, Diódoro Carrasco, José Murat y Ulises Ruiz para concluir con el actual, el expriísta Gabino Cue.

Ha trabajado con todos pero no es hechura de ninguno. Y, como digo, es excepcional, porque cuenta con el inusitado aval de la sociedad y la clase política y empresarial del estado. Tiene base popular y una línea familiar apreciada.

A diferencia de Alejandro Murat, Alfonso nació, ha vivido y estudio en Oaxaca. Y no se le conocen pillerías o residencias o fortunas en México o el extranjero, como sí ocurre con los Murat’s.

Alfonso Gómez Sandoval ha sido director del IEEPO durante 4 años –en el período de Diódoro Carrasco-, y ahora como secretario General de Gobierno en la administración del aliancista Gabino Cué, fue pieza clave para la solución del conflicto magisterial.

En este lapso, afirman quienes lo conocen, logró tejer una estrecha relación con el subsecretario de Gobernación el mexiquense Luis Miranda, correa de transmisión directa con el presidente Enrique Peña Nieto.

Hoy, incluido ya en la contienda, Gómez Sandoval se consolida como “la solución” del presidente Enrique Peña Nieto y el PRI al laberinto de odios ancestrales insuperables que domina y amenaza con hundir en la derrota al proceso electoral de Oaxaca.

Cómo dice el de al lado: al tiempo.