Enfermiza relación poder-prensa

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PRENSA
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Qué contradictorios y confrontados son los criterios del poder  y los de la prensa profesional, la verdadera prensa. No la prensa a modo de los intereses del poder.

Quizá por ello hay un divorcio entre ambos, porque lo que es “noticia” para el poder es “propaganda política” para la prensa.

Ahí está el detalle, como dijera Cantinflas. Noticia no es que un perro muerda a un hombre, sino que un hombre muerda a un perro.

Y el cumplimiento de las obligaciones de un gobernante no tiene rango de noticia. Cumplir con el mandato del pueblo es su deber. Para eso le pagan y vaya que les pagan muy bien, tanto que se hacen ricos en unos cuantos años.

Noticia es que, a pesar de que es su deber y que les paga el pueblo, no cumplan. Y se dediquen a enriquecerse ilícitamente al amparo de la impunidad. Y vaya que las reinas de la clase política son estas señoras, ruines señoras, que reciben el nombre de corrupción e impunidad, que sortearán el simulado sistema nacional anticorrupción.

Esa es la labor de la prensa: denunciar injusticias, destapar cloacas de corrupción, atacar la impunidad, porque la corrupción y la impunidad todo lo corroe, como una plaga de ratas acaba con todo en una casa, si no se fumiga a tiempo.

Lo que propone el presidente, las “buenas noticias”, es propaganda pura. Y un periodista es un infamador, un analista, un crítico, un cuestionador de los actos del poder. No un propagandista. Propagandista es el periodismo basura al estilo Goebels, que prácticamente ordenaba a los medios convencer a la gente de que Hitler era el gran salvador de la humanidad, cuando era un enajenado que masacraba a la gente y la quemaba viva, por millones, en hornos crematorios. Seis millones de judíos fueron masacrados durante la dictadura del austriaco en Alemania, que afortunadamente se suicidó cuando supo que los Aliados, encabezados por los rusos, habían asaltado la Alemania nazi.

Por ello es muy difícil la débil relación poder-medios de información-sociedad. La relación es muy sensible porque al poder le irrita que los medios le digan la verdad a la sociedad. El poder trata de ocultar la verdad de una realidad que sólo beneficia a las clases dominantes en contra del bienestar de las clases dominadas, que como dijo alguna chica familiar del presidente en turno, son la prole.

Pero la sociedad espera que los medios le informen de la verdad y le expliquen por qué, por ejemplo, México fracasó en las Olimpiadas de Río. O porque la economía nacional está estancada, mientras los miembros de la clase política viven como jeques árabes o los grandes empresarios compran vidas y haciendas… y miembros enfermos de ambos grupos oligárquicos compran hasta mujeres bellas. Y algunos hasta niñas y niños. Y no estoy mintiendo. Estas prácticas se han dado y se siguen dando. Recordarán los casos denunciados hace años por la activista Lydia Cacho y por lo que la encarcelaron.

No hay noticias buenas ni malas, como acusa el presidente. El papel de la prensa es informar a la opinión pública y cuestionar a los gobernantes; no alabarlos; no reconocerlos, y menos adularlos, como hacen tantos “periodistas” vendidos (mejor dicho escribanos del poder).

Se queja el presidente de que “a veces nos inundan o nos quieren inundar con malas noticias”, Habría que ver que son para él malas noticias. Porque denunciar la corrupción y la impunidad no es mala noticia. Es destapar una cloaca llena de mierda y que está contaminando el ambiente social y económico. Perdóneme señor Peña pero “la ampliación al Seguro Popular de los beneficiarios de Prospera, la reducción en el precio de gas LP o el no incremento de las tarifas de luz eléctrica de uso doméstico, según el verdadero criterio periodístico, no son ni buenas ni malas noticias. Sólo merecen una nota informativa pero no en la primera plana del medio ya sea impreso o electrónico. Es deber de usted, como presidente, velar por la salud de “sus” gobernados. Eso no tiene ningún mérito. Para ello gana usted una millonada. Es su deber.

Perdone, señor presidente, pero como periodista que llevo poco más de medio siglo de hacer periodismo, cada vez se refuerza más mi convicción de que el periodismo no es para dar buenas noticias. Esas las da usted pagándolas a la televisión, para la cual la vida toda, hasta la de los habitantes de las zonas o regiones más jodidas, es de color de rosa, es de estilo telenovelero, de casas lujuriosas.

Algún día los miembros de la clase gobernante tendrán que aceptar esta realidad. Por eso en lo pasado a la prensa alguien le llamó el Cuarto Poder. La prensa está para informar de lo negativo, para denunciar las arbitrariedades de los gobernantes, de las clases dominantes, de la policía, de la delincuencia organizada, de todo aquel que tiene el poder en las manos, inclusive ministros religiosos.

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