AMLO, el más mañoso de todos

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AMLO
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País de anécdotas, México está plagado de historias de personajes que han hecho de acciones y dichos un caudal de experiencias políticas que trascienden su tiempo.

A todos ellos el pueblo siempre los ha calificado certera y simplemente como políticos mañosos.

De entre todos esos personajes sobresale sin duda el potosino Gonzalo N. Santos a quien se le conoció en su tiempo por el sobrenombre de El Alazán Tostado, y quien además de gobernar en forma absolutamente vertical, al aplicar el principio de que “la mejor democracia es dónde sólo mando yo”, cocepto que cumplía cabalmente al ejercer la fórmula de plata o plomo, se hizo célebre por aquella frase de que “la única moral que yo conozco es la que da moras” o el dicho de que “caballo cerrero, tira pal monte, mujer coqueta tira pa’put… y hombre bueno tira a pendejo”.

Otros de esa calaña fueron el poblano Maximino Ávila Camacho, el tabasqueño Garrido Canabal, Fidel Velázquez y así decenas más.

El ingenio y el ejercicio del poder de todos ellos paso siempre por sobre la ética y la moral más elementales. Al final sólo importaba satisfacer la ambición, el poder y el dinero.

Hoy México ha cambiado, pero pese a todo existe todavía un segmento de población y varios personajes que se ajustan cabalmente al país de El Alazán Tostado.

Uno de ellos, el más claro desde mi muy particular análisis y punto de vista es Andrés Manuel López Obrador, y su base de ciego apoyo ciudadano donde milita mi examigo Pereyra.

Es el del mundo de El Peje.

Dicharachero, autocrático, mañoso pues como El Alazán Tostado de antaño, el tabasqueño -quien también tiene su sobrenombre, El Peje, que es popular como en su tiempo lo fue el del potosino-, sólo tiene como límite su propia osadía.

En campaña electoral desde hace al menos los últimos ¿15 años?, para nadie es extraño que él encabece todos los mítines todos los días. Y que aparezca en todos los spots televisivos o hable en todos los de radio sin que él vaya a figurar en ninguna de las boletas de la elección del 7 de junio.

Eso lo hace López Obrador –está ya por demás comprobado-, porque hace campaña desde hoy para competir en los comicios presidenciales de 2018.

En esa inercia de ilegalidad, los medios lo siguen y reproducen sus discursos o narran sus acciones y contratiempos. Nadie cuestiona nada. Y quien lo hace es un oscuro emisario de La Mafia en el Poder.

Las autoridades correspondientes –INE, IEDF (en el caso de la capital), Trife o Fepade-, lo observan impávidas a pesar de que su baile viola flagrantemente todas las normas y calendarios electorales.

Al fin para ratificarse como el más mañoso de todos los mañosos, AMLO apunta buena parte de sus pronunciamientos para descalificar al INE. Es decir, darle de patadas en las espinillas al papá del proceso electoral en curso.

Y como el más zorro de los zorros, a inicio de este abril envió a su gerente Martí Batres a meter por las rendijas de la puerta de la PGR una demanda para que esa dependencia, en la que no cree ni confía, investigue de inmediato a más de mil candidatos de su propio partido –suyo de él y de nadie más-, de Morena, y diga quien es confiable y quien no porque tiene ligas con los malos o porque tiene antecedentes penales.

Al hacerlo AMLO pasó desde ese día de abril a la PGR la responsabilidad del comportamiento de sus candidatos. Si alguno de esos llega a la Cámara de Diputados, o a una alcaldía o a una delegación en el DF o a la Asamblea Legislativa y luego resulta que tiene vínculos con el narco o trabaja con el crimen organizado, el mañoso tabasqueño girará y apuntará con su índice flamígero a la PGR para responsabilizar a esta institución –y por qué no, ya metidos en ese camino pues al Presidente Enrique Peña Nieto-, de ser los culpables de que los de Morena sean una pillazos…

Recordará que él pidió a tiempo que los investigaran y si brinca otro Abarca pues esa ya no será cosa de él.

Sin moral ni ética, mañozon como el que más pues, al más probado estilo de El Alazán Tostado, AMLO sigue tan campante como Johnnie el del wiski sin explicar cómo es posible que tenga ya 10 años sin trabajar en ningún lado y vivir sin apuros ni presiones.

Por supuesto que en tiempos de reclamo ciudadano de transparencia, todos tienen la obligación de decir cuánto y por qué gastan lo que gastan, menos él que no tiene ningún apuro para explicar de dónde sale el dinero para sus viajes por avión o tierra ni para la realización de sus concentraciones por todo el país.

En fin, mañoso como está por demás comprobado que es, AMLO ni suda ni se acongoja, él ya ganó y de acuerdo a las encuestas en esta elección él saldrá con su partido consolidado en quizá el 14 o más por ciento de la votación, lo que le garantizará unos ¿20?, ¿30? o más diputados federales y otros muchos cargos de elección.

Con 61 años cumplidos, y todo un costal de argucias por aplicar, él y sólo él es hoy el único aspirante a la Presidencial de 2018 ya en campaña

Sonriente sabe que a partir del año que entra contará con ¿200?, ¿300?, ¿más millones del INE? (es decir de nuestras bolsas) para continuar su campaña en su búsqueda incansable de convertir a México en otra Venezuela chavista-madurista y popular dónde sólo mande él.

Un Alazán Tostado moderno reloaded que volverá a poner a prueba la madurez del país durante los siguientes años.

VA POR EL DF

Y al igual que una mantis política, AMLO entró ayer de lleno al inicio legal de la campaña por los principales cargos en el DF.

A decir del propio dirigente de la corriente principal en el PRD, de Jesús Ortega líder y creador de Los Chuchos, la corriente dominante en el sol azteca, López Obrador buscará destruir a su partido de origen para imponer al suyo, a Morena como su plataforma predominante en el corazón del país para luego ir por la Presidencia de la República en el 2018.

Una vez que destruya al PRD, afirma Ortega, buscará dentro de 3 años colocar a uno de los suyos, muy probablemente al zacatecano Ricardo Monreal, como Jefe de Gobierno del DF y a Martí Batres en la Asamblea Legislativa, antesala de la jefatura de Gobierno para la siguiente elección.

AMLO pues va por ejercer un fuerte control político y de poder para los siguientes ¿10?, ¿15? Años en el país.

Si vuelve a perder la Presidencia, entonces tendrá importantes segmentos de poder en la capital del país, en la Asamblea Legislativa y en San Lázaro.

Todo con cargo al erario federal y a la reforma político electoral más reciente que le va a permitir a los suyos reelecciones en varios de los órganos legislativos y municipales existentes.

¿Mañoso? Usted dice, sí no.

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