Casi termina en tragedia acumulación de gente en zona de “dosificación de usuarios” de terminal Pantitlán L“A” del Metro por servicio deficiente y negligencia de autoridades

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Por Javier Ramírez

Ciudad de México, México.– En la terminal Pantitlán, de la línea “A” del Sistema de Transporte Colectivo Metro, en la zona llamada de dosificación de usuarios de hombres o trampa mortal –es un tramo de transbordo que está delimitado por una estructura de rejillas endebles para contener a la población cuando el andén de esa estación está saturado–, no falta mucho para que ocurra una tragedia por la cantidad de gente que las mismas autoridades permiten se concentren en esa zona antes de bajar al andén con dirección a La Paz.

Este viernes, poco faltó para que muchas personas quedaran aplastadas sin vida por la negligencia de las autoridades del STC Metro que ante tal multitud quedan prácticamente rebasadas con poco personal  sin posibilidades de evitar la pérdida de vidas humanas al no contar con las medidas adecuadas de protección civil como impedir que se acumule tal cantidad de población, a veces enardecida, con muy poco espacio en esa zona que puede convertirse en un cementerio.

Eran las 7 de la noche y pasaban los segundos y minutos, y los usuarios que se encontraban en la zona denominada de dosificación de esa estación, primero empezaron a bromear en contra de las autoridades y de los vigilantes de la Policía Auxiliar (PA), porque no abrían la puerta, para bajar al andén de la Línea “A” con dirección La Paz.

En esa zona de dosificación, a la mitad había solamente un vigilante de la PA  De ahí salieron las mentadas de madre a los responsables del servicio completamente rebasado en hora pico y con lluvia sobre el tramo de esa línea en la parte oriente de la ciudad.

En el sonido local de la terminal Pantitlán de la línea “A”, se escuchaba la voz de un hombre que daba indicaciones y llamados que hacia el personal de esa línea. Pero ni una palabra del por qué no abrían las  puertas de acceso para bajar al andén y que no se acumulara de usuarios ese lugar.

El mismo hombre del sonido, en otra de sus intervenciones, comunicó a quienes estaban en el andén de que un tren iba entrar en contra sentido a la terminal Pantitlán. Para ese momento, en la zona de dosificación, el número de usuarios había aumentado y se había convertido en una multitud molesta y se hizo patente con silbidos y mentadas de madre. Las puertas de esa zona de dosificación de usuarios para ir al andén de la Línea “A”, nada más no se abrían.

Los minutos seguían corriendo. Eran como las 7;20 de la noche. La molestia de la multitud ya había crecido más. Del buen humor de la mayoría hombres se había convertido en más molestia. Fue entonces cuando de la parte de en medio de la zona de dosificación y con un vigilante viendo todo lo que ocurría, un numeroso grupo de hombres empezaron a empujar hacia adelante y los espacios se redujeron considerablemente.

Era una fuerza bruta e irresponsable la que ejercía en contra de los que se encontraban cerca de la puerta de la zona de dosificación que lleva al andén de esa terminal estación. De manera muy extraña y por arte de magia, las puertas de acceso hacia el andén se abrieron.

Los empujones se hicieron sentir con mayor fuerza. El tamaño de esa puerta (siempre ha sido insuficiente) fue doblemente insuficiente con una multitud aguijoneada por la falta de fluidez en el servicio. Era una ola humana que se movía de un lado a otro. Primero para el lado derecho y luego para el lado izquierda.

Quienes conseguían estar en el centro podían pasar la puerta pequeña para tal cantidad de gente.  Había apachurrados en ambos lados. El poco personal del metro brilló por su ausencia.

Nadie se percataba de que podría ocurrir una tragedia de mayúsculas dimensiones. Unos se reían, unos más se quejaba de los empujones y otros más no podían respirar. Lo que salvo a esa multitud fue que nadie se cayó al piso, porque si no está historia no la cuento. Fue impresionante. Mucha gente había perdido sus pertenencias. Uno extravió sus zapatos tenis y lo buscaba entre la multitud. Unos tal vez con sarcasmo gritaban “aquí está” cuando la multitud estaba en las escaleras para dirigirse al tan ansiado andén de la estación Pantitlán con dirección La Paz.

Y todo por un mal servicio del Metro en esa línea “A” y la falta de comunicación hacia los usuarios del por qué la tardanza en abrir una puerta. La acumulación de población en el andén como se ve en la gráfica es de mayúsculas dimensiones.

Ojalá que las autoridades pongan un remedio a esa situación y a sus deficientes medidas de protección civil como permitir que se aglomere tanta gente en esa tramo de dosificación.

Es decir, contener a los usuarios de la línea 9 y no permitir que lleguen a ese tramo de dosificación o trampa mortal hacia el transborde de la línea “A”.

Además que esa puerta del tramo de dosificación sea más grande, porque siempre los usuarios se empujan y algunos chocan con la estructura de metal y resultan lesionados.

Ya cuando había pasado el peligro, por el sonido local, la voz masculina llamaba a la cordura de la población para evitar lesionados. Nada más faltó que cayera una persona para que siguieran los demás y eso terminar en cuita.

No se vale que las autoridades jueguen con la vida de la población de esa manera sin las suficientes medidas de protección civil ante tal concentración de población.