Fernández Noroña y su show

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Tras la puerta del poder

Roberto Vizcaíno

Todo ayer en el salón verde -el segundo en importancia en San Lázaro-, transcurría sin mayores sobresaltos. Nada nuevo ni en las preguntas y críticas de los diputados de la Comisión de Gobernación ni en el discurso y las respuestas somníferas de Alfonso Navarrete Prida.

El secretario de Gobernación de la administración saliente cumplía con desgano la enfadosa tarea de asistir a su parte en la Glosa del Sexto y último informe del Presidente Enrique Peña Nieto. Un trámite, que ni modo, tenía que cumplir.

Los miembros de la comisión estaban en la misma línea. Aquello estaba aburridísimo. Hubieran estado mejor en cualquier otra parte. Pero pues había que atender al funcionario quien dos días antes había estado durante 4 horas respondiendo preguntas de los senadores.

Y como Cepillín, con la expectación del público tras de él, de repente se apareció por ahí Gerardo Fernández Noroña, siempre ahora de barbas y guayabera, diputado federal en turno del PT (porque quiso afiliarse a Morena, pero dicen el mismo Andrés Manuel López Obrador lo vetó), para, sin pertenecer a esa Comisión, pedir la palabra.

¿Razones? Temas para tal intervención?  Cualquiera. A él no le importa. Argumentos siempre hay. Los saca de cualquier cosa. Lo importante es reventar las sesiones. Armar escándalos y pleitos callejeros en el seno del Legislativo. Esa es su naturaleza.

Decía Navarrete que el Gobierno del presidente Enrique Peña Nieto reconocía que, “a pesar de intensos esfuerzos de muy distintos órdenes de gobierno, los problemas en materia de seguridad pública siguen siendo graves y que los niveles de violencia alcanzados en algunas zonas del país exigen seguir reforzando las acciones para devolver la paz, la seguridad a las familias de todo México”.

Fernández Noroña, irrumpió y primero se lio en una disputa a gritos con Juanita Guerra, presidenta de la Comisión y con las diputadas Rocío BadilloNancy Rodríguez y Julia Memendez quienes le reclamaron su proceder y por romper los acuerdos de la comparecencia.

El les recetó a su vez varios artículos del reglamento interno para exigir que le dieran el micrófono. No logró pero no le importó, se plantó ante Navarrete Prida quien, mudo, lo miraba con asombro.

Ahí Fernández Noroña lo acusó de ser propietario de expendios de la Lotería Nacional (como, si de ser cierto, eso fuese un delito grave) y de pertenecer a un Gobierno cuya actuación, según Noroña, “igual que Peña Nieto, al menos deberían ser fusilados”.

Una vez concluida su actuación, el diputado intentó regresar a su lugar pero como se sintió aludido porque Navarrete dijo que él respetaba a los legisladores, regresó para volver a armar otro sainete verbal y, como no le abrieron el sonido del micrófono dijo que a él “nadie le va a impedir el uso de su libertad cuando se sienta agredido”.

Una vez calmadas las aguas, Navarrete siguió con su intervención en la que destacó que los logros de Peña Nieto se resumen en entregar un país en paz, con empleo, aun cuando existe deficiencias a superar.

QUE SI, QUE NO

Y mientras eso ocurría en San Lázaro, en el Senado, en una actitud contradictoria, la solicitud de la senadora de Movimiento Ciudadano Verónica Delgadillo para exigir del gobierno federal respeto a los Derechos Humanos de quienes participan en la caravana de migrantes originarios de Honduras recibió el apoyo y simpatías personales de Ricardo Monreal, presidente de la Junta de Coordinación Política y coordinador de la fracción de Morena pero los senadores de este partido decidieron rechazarla porque consideraron que ese punto de acuerdo no era “de urgente resolución”.

Con cara de what la senadora Delgadillo preguntó: ¿cómo que no es de urgente resolución si ya están aquí y hasta el presidente electo les  ha prometido visa de trabajo y empleo?

Luego cuestionó los postulados humanistas y solidarios con los pobres que enarbola Morena.

El 12 de octubre la senadora advirtió que 2 mil mujeres, hombres, niñas y niños hondureños realizarían esta caravana hacia Estados Unidos y que iban a requerir la asistencia y protección del Gobierno Mexicano.

“La situación que está viviendo el pueblo hondureño no responde a una decisión voluntaria, se encuentran bajo una crisis humanitaria al ser forzados a desplazarse a otro país en busca de mejores condiciones de vida”, subrayó.

Hoy esa caravana tiene ya el rechazo del presidente Donald Trump quien ha iniciado una operación de presiones y amenazas contra el Gobierno de México y los centroamericanos en un intento por boicotear a los migrantes hondureños.

LOS LLAMAN, Y ELLOS ESTÁN EN “CUCHILLEROS”

El restaurante bar “Cuchilleros” es uno de los lugares preferidos por los agobiados senadores de la actual legislatura. Localizado apenas a media cuadra de la Cámara alta, sus precios están más allá de cualquier intento de austeridad republicana juarista.

Ahí, dicen, estaban ayer al filo de las 5 de la tarde todos o algunos de los senadores a quienes la morenista Mónica Fernández Balbo, presidenta en turno, comenzó a llamar para que desde la tribuna del Senado presentaran algunas propuestas.

El primer convocado por la presidenta fue el panista Mauricio Kuri González. La respuesta fue, “ausente”.

Y pasó al siguiente en turno, que fue la cuestionadisima Nestora Salgado. “No está tampoco”, fue la respuesta.

“¿El Senador José Narro Céspedes (de Morena)?. No se encuentra en el Pleno, fue la respuesta.

Y va la cuarta convocada: “¿La Senadora Minerva Hernández Ramos?, tampoco, dijo una de las secretarias.

El quinto convocado fue el panista veracruzano Julen Rementería. No, no está. Dijo otra secretaria.

Cinco faltantes al hilo.

La negociación en “Cuchilleros” estaba en su punto.

OTRA PROPUESTA RECHAZADA

Desde que inició la actual legislatura los panistas han tomado como cruzada exponer los límites de los legisladores de Morena.

Uno es el de la promesa de anular el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios, el IEPS, que provoca que el precio de las gasolinas en México sea casi del doble que en otros países.

Este impuesto aporta unos 250 mil millones de pesos al fisco por año.

Andrés Manuel López Obrador prometió una y otra vez en campaña que lo eliminaría apenas llegara al poder. Sus cercanos,, en coro, lo repetían.

Hoy Morena tiene mayorías en el Senado y en la Cámara de Diputados y los panistas los traen del nabo. Un día y otro también les recuerdan que ellos prometieron bajar el precio de las gasolinas y que una de las cosas que harían sería desechar el IEPS y por ello les exigen quitar ese impuesto.

Ayer la fracción del pan acuso a los senadores de Morena no querer reducir el precio de las gasolinas mediante una disminución del 50 por ciento de las tasas del IEPS.

“La ciudadanía está esperanzada en que exista coherencia y altura de miras en la nueva administración, así como en los grupos parlamentarios que representan sus intereses en el Congreso de la Unión”, dijeron los panistas.

Los de Morena hicieron mutis.