Tiroteo en escuela, suicidios juveniles, una alerta social

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Peña
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Un día antes, aquí en la Ciudad de México otro joven, este de 14 años, narró paso a paso su suicidio por Facebook sin que ninguno de sus familiares ni amigos intentara siquiera saber del porqué de sus mensajes.

Su madre lo encontró en su casa, ya sin vida, colgado de un cinturón.

En ese espacio oscuro de los reportes urbanos, dicen, no falta semana en que los guardias de seguridad del Metro no reporten o un suicidio o varios intentos realizados igualmente por adolescentes.

Al parejo en el país hay quizá miles de foros, seminarios, encuentros, debates y análisis e investigaciones académicas sobre otros muchísimos problemas, pero al menos yo no he leído o escuchado de ninguno que aborde este creciente comportamiento social en que niños y adolescentes se colocan en el centro de la violencia nacional.

Los hechos indican que en México comienza a haber un paralelismo con acontecimientos internacionales.

Así el ataque de un sujeto en el antro Blue Parrot de Playa del Carmen es casi una copia de lo ocurrido la noche del 13 de noviembre de 2015 en la sala de conciertos-centro nocturno Bataclán de París.

En ambos casos se utilizaron armas largas automáticas para disparar contra los asistentes.

Aquello fue un abierto ataque terrorista islámico. ¿El del Blue Parrot no fue lo mismo? ¿Se requiere que exista una motivación religiosa o ideológica para que sea un acto terrorista?

Los eventos ocurridos en París como el de Playa del Carmen producen el mismo efecto: terror, sentimiento de indefensión, inseguridad.

El de París fue por el islam violento, ¿el de Playa del Carmen podría ser porque es hoy quizá el centro turístico más importante y visitado de México?, ¿a quién, quienes les interesa sembrar terror entre los cientos de miles, millones de turistas nacionales y extranjeros que visitan Cancún y Playa del Carmen cada año y que representan uno de los mayores ingresos para México?

LO DE MONTERREY

Inevitablemente eventos como el del colegio neolonés llaman la atención nacional e internacional y convocan a la reflexión.

Las preguntas más simples son: ¿cómo es posible que un adolescente como Federico, quien al parecer era tratado profesional y médicamente por depresión -que a esa edad no es algo tampoco anormal-, tenga una pistola y la pueda llevar como si nada a su escuela?

¿Los papás, los amigos, los demás cercanos a él no sabían o intuían de sus intenciones?, ¿por qué no intervinieron o dijeron algo?

A nivel docente, ¿cómo es posible que, en una escuela secundaria, sus maestros, sus compañeros no hubieran advertido que algo ocurría con él?  

Poco a poco se sabe que Federico alertó por redes sociales que “haría un tiroteo” en su escuela.

Nadie lo reportó y mucho menos intervino para detenerlo.

Hoy Federico está muerto y otros 5, entre compañeros de escuela y una maestra, están heridos.

Y las autoridades judiciales han iniciado una cacería para irse contra alguien que dentro de la escuela, se le ocurrió subir a redes sociales el video donde se registra el ataque.

En las imágenes de este video no hay sorpresas. Se ve claramente cómo Federico se levanta, va de un lado a otro y comienza a disparar al parecer sin un plan. Lo hace como al azar.

Luego se lleva el arma a su cabeza y dispara, pero el proyectil pasa por arriba y se impacta en el techo. Camina errático, parece que va a su mochila, hace algo, y mientras los alumnos que estaban tirados en el suelo y no habían sufrido lesión alguna se levantan y salen en estampida, el adolescente decide poner el arma en su boca y activarla.

Algo similar a algún otro video de alguna escuela en EU.

Ocurrido el hecho, las autoridades quizá debieran orientar sus acciones a analizar lo acontecido para ir a su origen, saber por qué comienzan a darse en México, y proponer soluciones.

¿Esto es causa de las redes sociales? ¿de la falta de atención de los padres? ¿de solidaridad de los amigos?

¿Cuáles son las medidas que se requiere adoptar? ¿Cómo contrarrestar estos ataques de locura juvenil?

Están además los casos de quienes deciden simple y llanamente suicidarse. Muchos dirán que esto es normal, que ha ocurrido a lo largo de la historia.

Pues sí, pero ahora hay un elemento que antes no existía: las redes sociales.

Y en el caso del joven de 14 años que decidió colgarse en su casa, destaca porque anunció lo que iba a hacer por Facebook. Y nadie atendió sus mensajes.

De acuerdo a esos reportes, unas 3 horas antes de su suicidio, el adolescente envió un mensaje a su exnovia:

“Te amo jazmín ferrusca nunca lo olvides y te pido un favor muy grande me cuidas bien a mi cuñadita xf vor amor mi princesa”.

Si Usted tiene una cuenta de Facebook, sabrá que hay varios íconos … el tercero significa “Me divierte”. Bueno, el mensaje del joven suicida recibió 6 “Me Gusta”.

¿¿¿???

Hacia el mediodía mandó otro mensaje:

“Los quiero familia amigo nunca me olviden todos fueron la vandota los quiero un chingo y pz ya no tengo de otra a si esq vay son mis últimas palabras q doy”.

Aquí ya varios de sus contactos le preguntaron si se encontraba bien.

Uno más lo buleo con un: “Oye te moriste?”

Una hora más tarde puso:

“Los amo a todos nunca cambien amigos carnales los quiero”.

Después de eso se ahorcó.

En su cel quedó registrado que uno de sus amigos le respondió:

“No weee, los que se suicidan no van al cielo”

Otro más: “Oh no que ya te ibas a ahorcar desde las 12 puros choros puas”

Y otro: “Pinche puas me mando imbox q es puro pedo anda bien chemo escondiéndose de su familia que lo queria internar”

Hacia las 2 de la tarde fue encontrado por su mamá. Ya no había nada que hacer.

Insisto: la diferencia en estos casos es el uso de redes sociales. Y eso lo hace un tema social del interés del Estado Mexicano.

Creo yo. ¿O Usted que dice?