¿Va en serio?

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PRI
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Todo indica que los gobernadores priístas salientes César Duarte, de Chihuahua; Javier Duarte, de Veracruz y Roberto Borge, de Quintana Roo están a un paso del abismo.

Uno a uno los indicios en su contra se convierten en hechos hacia su defenestración política y enjuiciamiento penal.

Hoy mismo la Comisión Nacional de Justicia Partidaria del PRI al parecer ya aceptó y analiza una demanda de expulsión en contra de los 3 mandatarios.

La denuncia que mueve esos hilos la interpuso Armando Barajas Ruiz, consejero político, quien los acusa de corrupción. Este sería apenas el más reciente indicio de que los 3 gobernadores salientes -esos por quienes dicen medios informativos y bases tricolores el PRI perdió la mayoría de 7 gubernaturas el pasado 5 de junio-, no tienen ya el amparo de Los Pinos y el PRI para taparles sus fechorías.

Sin embargo la primera señal real de la caída en desgracia de los 3 mandatarios lo dio la mexiquense Carolina Monroy del Mazo, quien, en su corta etapa como presidenta suplente del CEN del PRI, hacia fines de junio, deslindó a su partido de los gobernadores ladrones.

“Nada ni nadie por encima de la ley. En el partido no habremos de respaldar un solo acto, un solo dicho, un solo hecho que contravenga en Estado de Derecho”, dijo entonces. Todos supieron a quienes se refería.

Ya para entonces los Duarte y Borge traían consigo un caudal de denuncias públicas y decenas de demandas penales interpuestas por instituciones del Estado, legisladores, partidos políticos y luchadores sociales y de derechos civiles.

Pero sobre todo se les cuestionaba por impulsar una serie de reformas en sus congresos locales a fin de “blindarse” ante las denuncias interpuestas en su contra.

El golpe directo llegaría el 12 del presente mes desde la misma Presidencia de la República, cuando el vocero Eduardo Sánchez y el subprocurador Jurídico y de Asuntos Internacionales de la PGR, Salvador Sandoval Silva anunciaron que el presidente Enrique Peña Nieto interpondría ante la Suprema Corte un recurso de inconstitucionalidad contra los congresos y gobernadores aludidos.

Con ello se buscaría evitar la violación de los principios del Sistema Nacional Anticorrupción que estaba a punto de promulgarse.

Borge indicó a través de su cuenta de Twitter que acatará el fallo de la SCJN.

Por la misma vía Javier Duarte dijo que retirará su iniciativa en Veracruz y César Duarte afirmó que sus reformas de autoprotección no encuadraban en el recurso de Peña Nieto, porque habían sido aprobadas mucho antes.

El segundo aviso llegó junto con la toma de posesión de Enrique Ochoa Reza como nuevo dirigente nacional del PRI.

Ahí Ochoa Reza dijo:

“No cabe duda que el elemento más adverso a la clase política hoy en México es el de las acusaciones de corrupción y de impunidad… cuando uno de nuestros militantes le falla a la sociedad y se corrompe, lastima profundamente al partido y a todo el resto de sus militantes y simpatizantes, nos lastima a todos.

“Es inaceptable tapar el sol con un dedo, debemos reaccionar.

“El PRI tiene que ser garante de la honestidad de sus gobiernos.

“Tenemos que ser un partido que señale la corrupción de los gobiernos emanados de nuestras filas, que exija su fiscalización, incluso su destitución”, enumeró.

El mensaje a los Duarte y Borge estaba por demás cantado: el PRI, no la PGR, iba tras ellos.

Al acto de toma de posesión de Ochoa Reza no acudieron los gobernadores Javier Duarte y Roberto Borge.

El único que tuvo la cara dura para hacerlo fue César Duarte, quien durante las semanas recientes ha desplegado una campaña de medios, con entrevistas y textos pagados en un intento por revertir su mala imagen.

De poco le servirá pagar para que hablen bien de él cuando existen demandas penales en curso con, afirman, suficientes pruebas para comprobar sus raterías y desviaciones.

A César Duarte lo acusan, su sucesor el panista Javier Corral incluido, de ser un gobernador no sólo corrupto sino de endeudar en exceso a su estado.

César Duarte recibió el estado de José Reyes Baeza con una deuda pública de 13 mil millones de pesos y está a punto de entregarlo 6 años después al panista Javier Corral con una deuda superior a los 55 mil millones de pesos, es decir con 42 mil millones más de débito, sin que haya obra pública ni programa que lo justifique, indican sus denunciantes. Eso sin contar sus multimillonarias deudas a proveedores.

Javier Duarte a su vez ha sido acusado penalmente por la Auditoría Superior de la Federación por el desvío de casi 40 mil millones de pesos y el SAT lo investiga por utilizar empresas fantasmas para robar miles de millones de pesos a través de asignaciones directas.

Durante su gestión en Veracruz se ha ejecutado a más de 20 periodistas, él más reciente hace unos días.

Y Roberto Borge carga por igual denuncias por corrupción y autoritarismo.

Hoy todo indica que los 3 están casi fuera. Dejarlos ir impunemente, le costaría al PRI no sólo las gubernaturas del Estado de México, Nayarit y Coahuila que estarán en juego en 2017, sino la Presidencia de la República en el 2018.

En fin, que expulsar del PRI a estos 3 pilletes y luego someterlos a juicios penales, sería sin duda el gran paso del presidente Enrique Peña Nieto y del nuevo líder del PRI, Enrique Ochoa Reza para limpiarle la cara al Sistema y devolver proporcionalmente la credibilidad ciudadana en políticos y gobernantes.

DESAGRAVIO Y MENSAJE

Como lo indicamos a fines de la semana anterior en este mismo espacio, la visita que realizó el presidente Enrique Peña Nieto a Washington a invitación del presidente Barak Obama, cumplió su objetivo de brindarle el mandatario mexicano un trato preferente en la Casa Blanca que sirviera de un amplio desagravio por lo ocurrido antes en Otawa, Canadá.

Y de paso le sirvió a Obama para tundirle duro al candidato presidencial republicano Donald Trump, quien por esos días, al asumir la nominación, insistía en su discurso anti-inmigrante y anti-mexicano.

En esta ocasión, y para no dejar espacios a una percepción distorsionada, el norteamericano recibió al mexicano con las siguientes palabras:

“Siempre es un enorme placer dar la bienvenida a mi buen amigo y socio, el Presidente Peña Nieto, de México, a la Casa Blanca, con su delegación.

Enrique y yo acabamos de trabajar juntos en la Cumbre de Líderes de América del Norte, en Ottawa, el mes pasado, y hoy tenemos sólo a dos de los tres amigos.

“El apretón de manos es más fácil cuando sólo son dos personas las involucradas”. (Los resaltados en negritas, son de este columnista)

Obama destacó luego que Estados Unidos (es decir el pueblo, los ciudadanos, no solo el gobierno estadounidense), “valora enormemente nuestra duradera alianza con México, y nuestros extraordinarios lazos de familia y amistad con el pueblo mexicano”.

Y enfatizó evidentemente en un mensaje a Trump y simpatizantes:

México es nuestro tercer socio comercial; vendemos más a México que a China, India y Rusia combinados.

“Cada año, millones de turistas y empresarios, y amigos y familias, cruzan nuestras fronteras legalmente.

“Cada día un millón 500 mil dólares en comercio e inversiones cruzan nuestra frontera.

“Y esto es comercio que apoya más de un millón de puestos de trabajo aquí, en Estados Unidos”.

En fin, Obama también destacó los avances en seguridad, tecnología, lucha contra el cambio climático y otros muchos temas para concluir:  para concluir: “México es un socio esencia… y es de esencial importancia para nuestro bienestar”.

Pero fue a más: “No sólo somos socios económicos o estratégicos, somos vecinos, amigos, familia, incluidos los millones de estadounidenses que están conectados a México con lazos de cultura e idioma”.

Una visita convocada por Obama para darle reconocimientos y halagos que en esta ocasión no vi que se reflejaran en losmemes de sus irreductibles malquerientes.

Ni modo dirán algunos, cosas de redes sociales.