De película, el escape y aprehensión

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El Chapo
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Al fin tiempos estos de dominio de redes sociales y la multimedia, el Gobierno de Enrique Peña Nieto necesitaba, tenía urgencia de documentar la recaptura del capo de la droga más buscado en el mundo.

Sobre todo porque ya comenzaban a circular algunos twitts y comentarios en Facebook que hacían mofa o intentaban desvirtuar esta recaptura.

Por ello el área de medios del Gobierno decidió darle curso a la elaboración de un testimonio visual indubitable que fundamentara los hechos de esta nueva aprehensión del capo, para ser mostrado tanto a los mexicanos como a los ciudadanos del resto del mundo.

Es así que entre sábado y domingo, en caliente diría un clásico, el área de Comunicación Social de la Presidencia escogió a Carlos Loret de Mola, conductor del noticiero matutino de Televisa, para hacer este testimonial.

Loret tenía un elemento a su favor: había sido uno de los pocos periodistas que nunca dejó de indagar sobre los esfuerzos del Estado Mexicano para la recaptura de “El Chapo”.

El conductor yucateco fue llevado a Los Mochis y paseado por la casa asaltada sorpresivamente a las 4:40 del viernes pasado por un grupo de elite de la Marina, y luego trasladado a la calle donde kilómetro y medio después de arrastrarse y andar por tuberías salió “El Chapo” por una alcantarilla junto con su lugarteniente en su intento de evadirse de nuevo.

Ayer, en el noticiero que conduce, Loret presentó su trabajo con imágenes impactantes tanto de la casa del enfrentamiento como del motel donde finalmente fue llevado “El Chapo” y su guardaespaldas por dos agentes federales para esperar refuerzos y ser entregados para su trasladado al DF.

El relato del conductor es periodísticamente impecable. No habría podido hacerlo sin la colaboración del Gobierno y de los marinos que realizaron la captura. Y eso sólo pudo ser por una orden superior de Usted ya sabe quién que despacha en la oficina principal de Los Pinos.

En su recuento de hechos Loret relata que el operativo del pasado fin de semana estuvo a cargo del mismo grupo de élite de marinos -quizá entre 30 y 50-, que a las 6:40 del sábado 21 de febrero de 2015 había logrado la primera recaptura de Guzmán Loera en el conjunto Miramar de Mazatlán, Sinaloa.

El conductor comenta que los marinos le dijeron que les sorprendió el número de guardias, adiestramiento y armamento con el que se enfrentaron al ingresar en la casa donde se ubicaba “El Chapo”.

“Con un ariete de acero, 17 marinos de la Unidad de Operaciones Especiales rompió dos puertas de metal para entrar a la casa de seguridad donde esperaban capturar al Chapo Guzmán”.

El Cisen había confirmado el día anterior que el capo estaba ahí. Los marinos que estaban de guardia en Los Mochis y los que se localizaban en el DF decidieron actuar y fijaron la madrugada del viernes para realizar el asalto.

“Cuando quebraron la segunda puerta, los recibieron a balazos. Un marino cayó herido en el pequeño patio del frente de la casa. Una bala le entró por el brazo y un charco de sangre se fue acumulando. El fragor imposibilitó su inmediato rescate”.

Dentro había 15 guardaespaldas bien entrenados y pertrechados con las armas más modernas, granadas, tres metralletas Barret calibre .50 y dos lanzacohetes RPG de fabricación rusa.

Los marinos portaban a su vez cascos con cámaras GoPro, chaleco, rodilleras y escudos antibalas, granadas aturdidoras, pistolas 9mm y ametralladoras M4, lentes de visión nocturna NVG y equipos de intercomunicación manos libres..

La batalla –le explicaron a Loret-, fue dura y sin repiro… los marinos repelieron a los matones de “El Chapo” y se atrincheraron tras la pared frontal de la casa desde donde lanzaron un  par de granadas hacia dentro y poder entrar de dos en dos a la sala-comedor-cocina.

“Siguió la escaramuza. Abatieron a uno de sus adversarios que les disparaba desde una ventana junto a la televisión. Desarmaron y detuvieron a dos hombres que los querían matar desde la única recámara en la planta baja.

“Y luego lo más difícil: repelieron la agresión desde la estrecha escalera donde les amenazaba un lanzacohetes que les hubiera resultado fatal. Lo inutilizaron a balazos y en ese momento la planta baja fue suya.

“El combate siguió en el piso superior. Los marinos usaron de nuevo granadas, disparos. Fueron tomando pasillo, cuartos, baños”, así hasta las azoteas donde lograron aniquilar a otros maleantes.

Quince minutos de una batalla que les pareció horas, costó tenerla bajo su control.

“Pero (para entonces, ya) no estaba El Chapo”.

Se encontraron que la casa tiene cuatro recámaras y cinco baños.

Una hora más les costó saber por dónde se había fugado.

Para entonces “El Chapó”  su lugarteniente ya estaban como a un kilómetro de distancia, dentro del apestoso y sucio drenaje pluvial de Los Mochis. Comenzaba a llover y el agua empezó a subir. El capo temió ahogarse dentro de la tubería del drenaje. Eso –dicen los marinos a Loret-, quizá le hizo salir por una alcantarilla.

Lo demás es simple y llana mala suerte: Guzmán Loera y su socio, El Cholo Iván Gastélum, asaltaron en un alto a un conductor y lo despojaron de su Jetta… caminaron unas cuadras, bajaron y despojaron a otro de un focus rojo.

Apenas lograron seguir una cuantas cuardras cuando dos agentes federales les marcaron el alto. La sorpresa de éstos fue mayúscula: tenían a “El Chapo” y a “El Cholo”.

Temerosos -a quienes los maleantes decían que los dejaran ir y que recibirían tanto dinero que nunca más tendrían que trabajar-, lo agentes llevaron a los narcos al motel Doux, en espera de refuerzos. Los policías federales pensaron que la gente de “El Chapó” se aparecería en cualquier momento para rescatarlo y que ellos no podrían impedirlo.

Loret revela que “todo lo relatado en esta pieza está basado en testimonios de marinos involucrados en la Operación Cisne Negro, videos de sus cámaras GoPro (las de sus cascos), información de inteligencia del Cisen que fue estratégica para la captura y la indagatoria de la PGR”.

Todo ello muestra la necesidad que tenía el Gobierno de dar su versión de los hechos.

Hoy “El Chapo” está de regreso en el mismo penal del cual se evadió la noche del sábado 12 de julio de 2015. Tiene, dicen las rodillas muy afectadas luego de arrastrarse durante casi 4 horas por kilómetro y medio por cañerías que miden entre un metro y metro y medio de alto y metro y medio de ancho.

Tendrá tiempo suficiente para terminar de escribir el libro autobiofgráfico que tiene en mente y para el cual andaba buscando un escritor-fantasma, y para revisar el guion de la película seguramente ya en curso.

Lo apenas descrito por Loret y que le fue narrado por marinos y autoridades sobre las aventuras y escapes de “El Chapo” da no sólo para una película, sino para una serie de Netflix superior quizá a la de Los Soprano.

Con el agregado de que Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, sigue vivo y recluido en un rehabilitado y reforzado penal de alta seguridad del cual aseguran las autoridades no podrá volver a escapar.

Ahora este capo tiene además encima el enigma de mantener una relación no explicada -¿íntima?- con la actriz mexico-americana Kate del Castillo, ahora más famosa, que es la estrella de una serie televisiva –“La Reina del Sur”-, surgida de un libro sobre narcotraficantes escrito por el español Arturo Pérez Reverte.

En fin, pues, un caso interesantísimo del cual pueden surgir muchas cosas: libros, videos, series, películas o historietas.

Ya, por lo pronto, el Gobierno de Enrique Peña Nieto tiene su versión televisiva de la captura con la intervención de Carlos Loret que hace más interesante lo que pueda salir de lo que vino a hacer el actor Sean Penn y de lo que había ya echado a andar Kate del Castillo.

Nosotros seguimos esperando para ver que sale de todo esto.