El trimestre más violento

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Análisis a Fondo

Los enemigos de AMLO alimentan su fobia

Si pudieran, quemaban vivo al tabasqueño

Por Francisco Gómez Maza

Quién es o quiénes son los responsables del aumento de la violencia asesina en México, los autores materiales e intelectuales, en momentos en que un relevo gubernamental apenas cumple cuatro meses de haber asumido el mando de la república.

Entre enero y marzo de este año, de acuerdo con los informes oficiales de la administración del presidente López Obrador, se han contabilizado por lo menos 8.493 homicidios dolosos en la nación latinoamericana. 

Los enemigos de del presidente, que pareciera que entienden la libertad de expresión con una libertad de agresión, por fobias clasistas. dirán qué el responsable, dirán que el culpable es éste y lo calificarán de inepto. 

Sus simpatizantes, su voto duro, dirán lo contrario. Que la violencia la venimos arrastrando desde el sexenio de Felipe Calderón, cuando éste personaje les declaró la guerra a las bandas del narcotráfico, vestido con una guanga casaca verde olivo como comandante supremo de las fuerzas armadas. 

Entre el sexenio de Felipe Calderón y el de Enrique Peña Nieto se registraron cuando menos 250 mil ejecuciones, muchas de ellas extrajudiciales. El fuego de la violencia fue atizado por las ansias militaristas del señor Calderón, personaje rijoso desde la infancia.  Luego, Peña Nieto tomó la estafeta incendiaria del michoacano, a pesar de que no se podían ver si en pintura.

Pero, ¿son culpables Calderón y Peña Nieto de la violencia desatada entre cárteles o por las matanzas de gente cuyo delito fue estar en el lugar y en el momento inadecuado o participar en celebraciones sociales con la familia del compadre narco y asesino? ¿Calderón y Peña Nieto jalaron el gatillo del fusil ametrallador? ¿O son los autores intelectuales del asesinato, de la ejecución más bien, de tantos mexicanos? Unos los acusarán sin miramientos, como acusan a López Obrador. Pero no es tan sencillo ni tan simplista el “análisis”. La violencia tiene causas estructurales. Qué podría elegir el Chapo Guzmán en la vida si desde niño estuvo en un ambiente de violencia y de negocios ilícitos. La mayoría de los niños, por encuestas que se han hecho, tienen como meta ser narcotraficantes. Este escribidor pudo constarlo en el sexenio de Calderón, en las calles de la colonia Guerrero de la ciudad de México, en donde la venta al menudeo y al mayoreo de drogas estaba en todo su esplendor.

Sería absurda una respuesta afirmativa a las interrogantes planteadas más arriba, sobre la responsabilidad de la violencia. Los violentos tienen mañas. De hecho, en Sudamérica, a las bandas de narcotraficantes les llaman “las mañas”, que ni la mejor policía del mundo puede decifrar. En Estados Unidos, el centro neurálgico del mercado de las drogas en el mundo, a donde llegan a parar los cargamentos de marihuana y cocaína provenientes de Sudamérica y de México, a las avezadas policías se les dificulta dar con el paradero de los padrinos de los cárteles y como ocurre en México, esos grupos son como una hidra. Le cortan la cabeza a uno y se le reproducen diez,

Así que las críticas de odio a los gobiernos no son más que eso, gritos de la ignorancia de quienes alimentan fobias inútiles e idiotas. Si acaso, podríamos reclamarle a Felipe Calderón de que hurgó el avispero de la delincuencia de altos vuelos, al enfrentarla con armas que no se parecían en lo más mínimo al armamento sofisticado que Estados Unidos proporcionaba a los ejércitos criminales, como en aquella estrategia llamada Rápido y Furioso del vecino gobierno gringo con el pretexto de detectar tales armas y hacer más sencilla la ubicación de los criminales que las usaron. Un rotundo fracaso que costó miles de ejecuciones. La DEA no detectó a los narcotraficantes mexicano estadounidenses. Simplemente, que ellos pusieron las armas de alto poder en manos de los sicarios y los mexicanos pusimos los muertos cientos de miles de jovencitos que cayeron como moscas rociadas por ddt del bueno.

Y los narcos, con los multimillonarios ingresos en dólares, producto de la venta de los enervantes en el mercado de Estados Unidos, el mayor demandante de drogas ilícitas, se impusieron a las fuerzas de seguridad del estado mexicano y también del estado estadounidense, con el apoyo de los sobornos multimillonarios. Corrupción, la complicidad de policías y soldados, así como de políticos de baja ralea fueron el caldo de cultivo del Quién o quiénes es o son los responsables del aumento de la violencia asesina en México, cuando un nuevo gobierno suma aún los primeros cuatro meses de su mandato. Entre enero y marzo de este año se han contabilizado un total de 8.493 homicidios dolosos en la nación latinoamericana. Los enemigos de López Obrador dirán qué el responsable, dirán que el culpable es éste y lo calificarán de inepto. Los simpatizantes dirán lo contrario. Que la violencia la venimos arrastrando desde el sexenio de Felipe Calderón, cuando éste personaje les declaró la guerra a las bandas del narcotráfico. 

Entre el sexenio de Felipe Calderón y el de Enrique Peña Nieto se registraron cuando menos 250 mil ejecuciones muchas de ellas extrajudiciales. Pero, ¿son culpables Calderón y Peña Nieto? ¿Estos jalaron el gatillo? ¿O son los autores intelectuales del asesinato, de la ejecución más bien, de  tantos mexicanos? 

Sería absurda una respuesta afirmativa. Si acaso, podríamos acusar a Calderón de que alborotó el avispero de la delincuencia de altos vuelos al enfrentarla con armas que no se parecían en lo más mínimo al armamento que Estados Unidos proporcionaba a los ejércitos criminales, como aquella estrategia Rápido y Furioso del vecino gobierno con el pretexto de detectar tales armas y hacer más sencilla la ubicación de los criminales que las usaron. Pero no fue así. Simplemente, que ellos pusieron las armas de alto poder y nosotros pusimos los muertos. Y los narcos, con los multimillonarios ingresos en dólares, producto de la venta de los enervantes en el mercado de Estados Unidos, el mayor demandante de drogas ilícitas, se impusieron a las fuerzas de seguridad del estado, a través en innumerables casos de corrupción, de complicidad de policías y soldados, así como de políticos de baja ralea. La línea divisoria entre las bandas criminales y la política era muy tenue, tanto que nunca se supo de qué cerebros venían las órdenes. Igual que ahora.

Los 8.493 homicidios dolosos registrados en México entre enero y marzo de 2019 hacen de este trimestre el más violento de la historia de la nación latinoamericana, según datos de un informe publicado este sábado pasado por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública de México (SESNSP). Según el SESNSP, en enero de este año se registraron 2.855 homicidios de este tipo —2.802 en febrero y 2.836 en marzo—, siendo la mayoría de ellas con arma de fuego o arma blanca.

Estas cifras suponen un aumento del 9% en el número de víctimas mortales que en el mismo periodo del año pasado, que hasta ahora se consideraba el año más violento del país. Guanajuato continúa siendo el estado donde se ha cometido más asesinatos, con un total de 947 víctimas, seguido por el Estado de México (769), Jalisco (720), Baja California (647), Chihuahua (568) y Ciudad de México (447).

Al menos 14 personas, incluido un niño de dos años, fueron asesinadas este viernes en el transcurso de un ataque armado registrado durante una celebración familiar en el municipio mexicano de Minatitlán. Supuestamente, los asesinos perseguían a un sujeto que entró en la sala, donde se celebraba una fiesta de cumpleaños. Los autores de los hechos de dieron a la fuga.