Sinar, primer defensor asesinado en la era Morena

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Análisis a Fondo

Su labor defensora era incómoda para alguien

Pero es un orgullo compartir la sangre con él

Por Francisco Gómez Maza

Sínar Corzo Esquinca, miembro de mi familia y del Comité Ciudadano de Defensa de los Derechos Humanos, “El Coloso de Piedra”, de la ciudad chiapaneca de Arriaga, no podía seguir viviendo. Había puesto en peligro los intereses de algún potentado del cacicazgo político y económico de Chiapas, y esos no perdonan. Mandan a eliminar, sin miramientos, a quien se pone en su camino. Y mi sobrino se puso del lado de los pobres de Arriaga. Del lado de los ciudadanos maltratados y engañados por los poderes municipal y estatal, que obviamente no querían al defensor. Dice el nuevo gobernador que este asesinato no quedará impune. Mejor que actúe y no hable.

Si no quieres que te maten, defiende los intereses de los potentados, de la clase política, de la delincuencia, o no te metas en camisa de once varas. Pero en este mundo es imposible no tomar partido. Y las personas conscientes, sensibles, decididas, justas, como Sínar, no pueden coger partido por los violadores de los derechos humanos. Tienen que ponerse del lado de los violados, a costa de su propio derecho a la vida.

Sinar ha sido el primer defensor asesinado en el sexenio de Morena, que ya ha padecido el asesinato de varios de sus militantes. Yo espero que los defensores, y los periodistas, puedan realizar su labor con plena seguridad de que su vida será protegida por el poder político y las organizaciones sociales. Pero es una tarea titánica. Los asesinos no avisan. Son como los ladrones que llegan sin informar a la hora que sea. Un portavoz de la Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH) condenó y exigió el esclarecimiento del homicidio de Sínar, de quien mis hijos tienen gratos recuerdos porque los acompañó cuando eran niños a grabar una serie de promocionales por todo el estado de Chiapas, que se exhibieron en el cuadro de lo que entonces era Imevisión.

Su muerte, a manos de desconocidos, ocurrió este 3 de enero (o sea que está fresquita) mientras caminaba cerca de su casa en Arriaga, que era la casa donde vivieron sus padres, el doctor Gregorio Corzo y mi queridísima e inolvidable prima, Dorita Esquinca Náñez El asesinato de Sínar (licenciado en Ciencias de la Comunicación)  “es un terrible recordatorio de los riesgos que enfrentan quienes defienden derechos humanos en México”, como lo dijo Jan Jarab, representante de la ONU-DH en México.

En este desaguisado doloroso, es muy importante recordar que Sinar fue víctima de detención arbitraria en 2013 por parte de la policía municipal de Arriaga, en el marco de una protesta vecinal motivada, entre otras razones, por las deficiencias en el acceso al agua potable. A raíz de estos hechos la Comisión Nacional de los Derechos Humanos emitió su recomendación 18/2015. Además, Sinar había recibido amenazas anónimas con anterioridad.

El Alto Comisionado de la ONU dijo en un comunicado, este lunes: “Compartimos la conmoción por el asesinato de Sinar Corzo y llamamos a las autoridades a realizar una investigación exhaustiva, que incluya la posible relación con su labor de defensa de los derechos humanos, y permita llevar a los responsables ante la justicia. La impunidad en la que permanecen la mayoría de los asesinatos, amenazas y agresiones en contra de quienes defienden los derechos humanos fomenta la repetición de estos terribles hechos” señaló Jarab.

Asimismo, la ONU-DH llamó a las autoridades a adoptar todas las medidas necesarias para garantizar la seguridad de los familiares de Sinar y demás integrantes del Comité Ciudadano de Defensa de los Derechos Humanos “El Coloso de Piedra”, así como a continuar adoptando medidas para garantizar un ambiente propicio para el ejercicio de la defensa de los derechos humanos, incluida la protección y la prevención de las agresiones, “siendo el combate a la impunidad de

 estos hechos la principal medida preventiva”.  Dolor doble. Dolor por la muerte del sobrino. Dolor por el asesinato del defensor de derechos humanos.