Enfermas estructuralmente 2.5 millones de viviendas capitalinas por sismos; Mancera e investigadores desconocen grado de afectación

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Por Javier Ramírez

En la Ciudad de México, una de las más grandes del mundo, sus 2.5 millones de viviendas, algunas de ellas viejas, están enfermas en sus estructuras por ser sometidas a los constantes terremotos, aunque el gobierno de la ciudad, encabezado por Miguel Ángel Mancera, e investigadores universitarios desconocen el grado de afectación, pese a que dicen hacer estudios en ese sentido, tal situación los ha rebasado conforme pasa el tiempo.

Y para muestra bastan varios botones: en los programas de desarrollo urbano, del siglo pasado, de cada una de las delegaciones políticas se habla de las condiciones existentes de su subsuelo, pero, pasa el tiempo, y en los hechos no han hecho nada las autoridades.

En el caso de Iztapalapa, legisladores y autoridades han pedido dinero público, hasta se creado dependencias ex profeso, por ejemplo protección civil, para resolver los  severos problemas de hundimientos y grietas que han afectado viviendas e infraestructura, y atender la problemática que sigue creciendo y nunca dicen si hay una solución.

En esa demarcación aparecen nuevas fisuras a flor de las calles dañando a viviendas e infraestructura,  pero dicen que trabajan en la solución de la problemática sin que se vea por ningún lado.

Y la situación se ha convertido prácticamente en un “nudo gordiano” tanto para las autoridades de la Ciudad de México y los especialistas de la UNAM. Estos últimos recientemente salieron a decir dos cosas: que la mayor parte del territorio capitalino sufre de fracturas en el subsuelo que daña a la infraestructura urbana, siendo las más afectadas las demarcaciones Benito Juárez, Cuauhtémoc, Iztapalapa, Tláhuac y Xochimilco.

Los mismos estudios de la UNAM aclararon que hay doce sitios con deformación crítica en diversas colonias de Iztapalapa, Iztacalco, Tláhuac, Cuauhtémoc, Benito Juárez y Xochimilco y vulnerables para vivir sobre ellas, y nunca debieron asentarse en esos sitios y ahora, ante los sismos, los ciudadanos deben responsabilizarse de su familia y vivienda.

Y las autoridades encabezadas por Mancera están peor, pues, pese a sus declaraciones públicas rehúyen hablar del problema de las condiciones en que se encuentran las viviendas.

En declaraciones en la Cámara de Diputados, el director general del Instituto para la Seguridad de Construcciones en el Distrito Federal, Renato Berrón Ruiz, reveló que más de 270 mil edificios se tendrán que estudiar como zonas sísmicas, incluyendo, ahora a Iztapalapa y Tlalpan. Berrón Ruiz se negó hablar con Vorágine sobre el tema.

Y el secretario de Protección Civil del gobierno capitalino, Fausto            Lugo García desconoció qué tipo de daños tienen los 2.5 millones de inmuebles por los recurrentes sismos que azotan a la ciudad de México, y dijo que estaban en proceso de saberlo cuando Vorágine lo entrevisto brevemente al salir de una reunión con legisladores en el San Lázaro.

Lugo García calificó a la Ciudad de México como “vieja” ante los diputados, quienes lo cuestionaron sobre las medidas de protección civil. Cuando se le preguntó sobre cuántos inmuebles tienen esa condición, dijo que esa información la tenía la Secretaría de Desarrollo, Urbano y Vivienda (Seduvi).

Los expertos de la UNAM, culparon al subsuelo de la ciudad de México por ser en su mayoría un ex lago y la extracción de agua que provoca hundimientos y grietas la caída de viviendas y edificios.

La directora del Sismológico Nacional, Xyoli Pérez Campos dijo que el terremoto del pasado 19 de septiembre de 7.1 de magnitud con epicentro a 120 kilómetros de la Ciudad de México, llegó a la capital casi al mismo tiempo que a su lugar de origen y provocó destrozos por el subsuelo que se tiene en la capital del país, aunque no precisó qué cantidad de energía llegó a la ciudad.

Consideró que a raíz de ese sismo hay que revisar qué fallo y los mismos protocolos, y cada uno en sus áreas, evaluar y mejorar en todos los aspectos.

Opinó que se pueden salvar vidas con la protección civil, según cómo reaccionemos y en dónde nos resguardemos, pero también con la parte de las construcciones. En ese sentido, dijo que los ingenieros civiles ven esa parte, pero, añadió, hay que hacer bien las cosas, es decir, respetar los reglamentos de construcción.

Expertos del Centro de Geociencias (CGeo) de la UNAM, reconocieron que en la Ciudad de México quince de las dieciséis delegaciones políticas presentan fracturas que afectan su infraestructura, y con un mayor número de fisuras en Benito Juárez, Cuauhtémoc, Iztapalapa, Tláhuac y Xochimilco (en las todas ellas con edificios colapsados por el sismo del 19 de septiembre), y en Benito Juárez y Cuauhtémoc se ubican en una fosa delimitada por dos fallas que atraviesan la ciudad de norte a sur.

El mapeo de los estudios revela en dónde se ubican las principales fracturas que afectan la infraestructura de la Ciudad de México, información altamente valiosa, sobre todo ahora para la planeación de la reconstrucción de la urbe luego del sismo del pasado 19 de septiembre.

Días después, haciendo referencia al mismo estudio, de investigadores y del Centro Nacional de Prevención de Desastres ubicaron en la Ciudad de México doce sitios con deformación crítica en diversas colonias de Iztapalapa, Iztacalco, Tláhuac, Cuauhtémoc, Benito Juárez y Xochimilco y vulnerables para vivir sobre ellas, sin hacer referencia a todas las demarcaciones de la CDMX.

Al aclarar que la población nunca debió asentarse en sitios con esas características y ahora los ciudadanos se deben responsabilizar de sus viviendas y familia, los expertos ubicaron a Iztapalapa como una de las demarcaciones con mayor afectación por las fracturas que dañan la infraestructura y viviendas de la población.

Efraín Ovando, director de Estructuras del Instituto de Ingeniería de la UNAM dijo que “según la información que dispongo, la mayoría de los inmuebles dañados, que no tengo el número, tenían características muy peculiares, eran normalmente de siete a diez pisos y generalmente se trataba de edificaciones que se habían levantado antes de 1985, desde luego que hay excepciones muy notables a esto”.

En entrevista con Vorágine, el investigador universitario dijo que se cayeron edificios de entre siete y diez pisos por la vulnerabilidad extrínseca de éstas estructuras y viviendas de autoconstrucción.

Los primeros casos los ubicó  en las playas y partes bajas del occidente de la antigua zona lacustre, “por el tipo de temblor, tipo de subsuelo, ubicación geográfica y vulnerabilidad extrínseca de las construcciones.

 

Indicó que la zona de Xochimilco, es una excepción en San Gregorio Atlapulco, que “sufrieron los embates del temblor, eran casitas de autoconstrucción pobremente edificadas, qué fallo, es una pregunta que se tendría que responder casuísticamente, caso por caso”.

“Ahí lo que tenemos que socializar las técnicas y recomendaciones a la población de bajos recursos (de la Ciudad de México y área metropolitana) para la autoconstrucción segura, esa es una labor en donde intervienen no sólo autoridades, sino instituciones como la UNAM, el Colegio de Ingenieros, las cámaras relacionadas con la industria de la construcción”.

Vio como un postulado teórico realizar revisiones exhaustivas de las edificaciones en la Ciudad y “está como en chino, y si nos dan presupuesto suficiente y disponibilidad, ahora los recursos económicos y humanos, y éstos últimos especialistas en estructuras, mecánica de suelos o de ingeniería de cimentación no se dan en maceta.

“Esta propuesta es como de largo aliento, para aspirar que la siguiente generación pueda tener una ciudad más segura desde el punto de vista de su vulnerabilidad de los temblores”.

Admitió que a veces no se respetan las disposiciones reglamentarias, “y en efecto algunas de estas disposiciones a partir de hoy pondrán más requisitos más rigurosos, exigentes para el diseño y construcción de edificios aquí en la Ciudad.

“El problema es qué hacemos con todos los edificios viejos, ni modo de empezar a derribar edificios porque no cumplen con la norma, así a diestra y siniestra, y ahí sí se requiere diseñar una estrategia para adecuar las estructuras existentes a las nuevas exigencias”.

Al preguntarle cómo se encuentran las estructuras de los inmuebles por los movimientos telúricos que azotan la capital del país, dijo que es un tema importante y que los estructuralistas, la UNAM y centros de investigación tienen como tema para saber cuál es el daño acumulado con métodos confiables.

Añadió que “un edificio que a la mejor ya resistió temblores del 57, del 79 y del 85, no por ello significaría que esté bien, y se ha ido dañando poco a poco, y a la mejor en el siguiente temblorcito chiquito se daña o se cae”.

Refirió que para ver “la salud de las edificaciones” como en los humanos para prevenir cáncer de próstata, se necesitan hacer revisiones periódicas y cuando se lleguen a conclusiones, los gobernantes las adopten para hacer un plan extensivo como una estrategia de protección civil, de prevención y mitigación de desastres.