¿Está Trump derrotado?

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Pero, ¿en realidad ha caído tanto que ya no puede ganar?

Y es que en las dos semanas que pasaron entre el primer y segundo debate Trump fue el centro de una de las más agresivas campañas mediáticas que se recuerden no sólo en EU, sino en el mundo entero.

En ese lapso proliferaron las mesas de análisis con los expertos electorales de mayor influencia, todas en horarios preferentes en TV y radio, reforzadas con opiniones y comentarios de los empresarios, actores, deportistas, dirigentes sociales, políticos -incluso del partido Republicano- sólo para descalificar a Trump.

Bueno, hace apenas unos días -y luego de su más reciente escándalo sexista-, hasta su esposa Melania, una guapa exmodelo eslovena, calificó de “inaceptables y ofensivos” los comentarios de su marido y agregó:

“Las palabras que mi marido usó son inaceptables y ofensivas para mí… eso no representa al hombre que yo conozco”.

En fin, el caso es que en estas dos semanas que han corrido entre los debates, los grandes diarios estadounidenses y del mundo entero publicaron investigaciones que lo exhibieron como un deleznable evasor fiscal y un pertinaz denigrador de mujeres, un depredador social, sembrador de racismo y hostigador social anti-inmigrantes.

Esta campaña no sólo ha impactado a los votantes norteamericanos quienes según las encuestas han abandonado masivamente al ambicioso y tozudo empresario, sino que ha provocado el repudio y abandono de su apoyo ciudadano así como de importantes personajes del partido Republicano.

La filtración de un video de conversación que sostuvo en privado hace más de 10 años con el polémico conductor de radio y TV Howard Stern en que, con lenguaje soez dice que le hubiera gustado tener entre sus amantes a la princesa Diana y otras cosas por el estilo, ha sido la última de una serie de revelaciones que le han provocado un derrumbe en su campaña electoral.

A partir de todo eso, durante el pasado fin de semana, dentro del partido Republicano se comenzó a plantear la posibilidad de retirarle la candidatura.

Rápido, Trump salió al contra-ataque: primero reconoció que sí dijo lo que dijo, pero que pedía disculpas por haberlo hecho, y usó la argucia de que no podía más que admitir que es un hombre imperfecto.

A quienes sugirieron su renuncia o el retiro de la candidatura presidencial, les respondió que ninguna de las dos posibilidades tiene la menor oportunidad de ocurrir.

“Yo nunca he renunciado a nada”, dijo no sin antes afirmar que detrás de su candidatura hay un gran apoyo popular.

¿EN SERIO ESTÁ EN LA LONA?

Luego de hacer este resumen de hechos, mi reflexión suspicaz me lleva a advertir que me queda claro que el tamaño del embate lanzado contra Trump es sin duda similar al tamaño de la amenaza que representa, pero sobre todo a las posibilidades reales que tiene de llegar a la Casa Blanca.

Es simple: si no tuviera oportunidad de ganar, ¿para qué combatirlo de tal manera?

En política al fenómeno que se da cuando el golpeteo contra un candidato no le afecta, se le conoce como el efecto teflón.

Así se observan hoy algunos casos en que por más que exhiban a algunos candidatos, por más que los descalifiquen, tienen mayores apoyos ciudadanos.

No sé si ante Trump estamos en ese caso.

Pero me tocó ver algunas escenas de sus mítines de apenas ayer y resulta que:

Va rodeado de un aparato de seguridad impresionante…

Tiene muchos seguidores.

Y me llama la atención que tenga todavía -de acuerdo a las encuestas-, una base electoral muy poderosa.

Entre las encuestadoras norteamericanas más atinadas el porcentaje va de los 40 a los 30 en su base de simpatías e intención del voto mientras que Hillary va de los 40 a los 47 puntos.

Sin embargo hay expertos que indican que en el caso específico de Trump ocurre que no todos los ciudadanos consultados dicen la verdad. Se ha encontrado que muchos votantes lo harán por Trump pero lo ocultan, no lo dicen porque saben que van a ser cuestionados o hasta reñidos por otros posibles votantes.

¿POR FIN?

Otro hecho que me produce desconfianza respecto al supuesto debilitamiento de la campaña de Trump es que el gobierno de México -de acuerdo a una información aparecida a fines de la semana en El País-, realiza una auditoría de sus fortalezas frente a la posible victoria de Trump.

Bajo el encabezado de “México audita su capacidad para resistir una victoria de Trump”, el diario español explica que la administración de Peña Nieto “revisa los tratados, escruta los balances de las grandes corporaciones e impone test de stress a los bancos”, para determinar su capacidad ante la posible llegada del empresario a la Casa Blanca.

Con la firma de Jan Martínez Ahrens el artículo inicia de la forma siguiente:

“El incendio ya está demasiado cerca. El fenómeno Trump mantiene activos sus frentes y la posibilidad de una victoria sigue abierta. Ante este peligro, de consecuencias catastróficas para México, el Gobierno de Enrique Peña Nieto ha decidido poner en marcha una revisión general de sus cuentas y estudiar con detalle el alcance real de las amenazas del candidato republicano. Para ello, se han analizado los tratados, sometido a test de stress a los bancos y escrutado los balances de las grandes corporaciones y fortunas familiares del país. El resultado, según fuentes oficiales, ha sido que México está preparada para resistir al huracán, aunque los efectos no serán leves.

“La victoria de Trump supondría una incertidumbre brutal”, señala un miembro de la cúpula gubernamental.

La auditoría de las fortalezas de México es pertinente ya que, de acuerdo a datos aportados por el embajador de México en Washington, Carlos Manuel Sada, en EU hay unos 6 millones de inmigrantes mexicanos indocumentados, suceptibles de ser deportados, y que junto con otros mexicanos con residencia, envían 25 ml millones de dólares al año.

Los temores son fundados porque el 80 por ciento de todos nuestros productos va a dar a EU lo que junto a lo que les compramos, suma más de 500 mil millones de dólares, una cantidad que rebasa las importantes de EU de varios países de Europa juntos.

De acuerdo a el artículo de El País:

“Para México sólo hay una salida buena: que gane Hillary Clinton. Con ella al mando, el Ejecutivo de Peña Nieto siente que navegaría por un mar conocido. Habría desavenencias, se discutirían los términos del tratado de libre comercio pero se respetarían las reglas de juego. “No estamos en contra de una revisión entendida como una actualización”, señalan las citadas fuentes.

“Pero, con Trump agigantándose en el horizonte, todo es distinto. Muro, aranceles, expulsiones, xenofobia. Para México, cuya economía es ultradependiente de Washington, sería un cataclismo. Los flujos que se verían afectados son apabullantes. Estados Unidos no sólo absorbe el 80% de las exportaciones mexicanas sino que es el primer inversor en el país (153.000 millones entre 1999 y 2012). México, a su vez, es el segundo socio comercial de su vecino del norte y el primer destino de las exportaciones de California, Arizona y Texas, así como el segundo mercado para otros 20 estados. Aproximadamente seis millones de empleos en EEUU dependen de los intercambios con México y cada minuto se comercia un millón de dólares. Todo ello se vería en peligro con el huracán Trump”.

Si, ya sé que el debate y otros hechos indican que Trump está derrotado, pero, insisto: ¿en verdad está en la lona?