La realidad no cuenta; son platónicos

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Es que no puede ser que una economía como la mexicana sea regida por seudo economistas, que es muy probable que hayan comprado su título en la Plaza de Santo Domingo. Y los diputados, la mayoría de ellos una bola de ignorantes que sólo votan por lo que les ordena su pastor, los toman muy en serio.

Cómo es posible que fijen un promedio de 18.02 pesos el precio del dólar, cuando esta moneda viene apreciándose con fuerza y continuará haciéndolo porque se mueve en mercados inverosímiles que se mueven al vaivén de la volatilidad económica, financiera y bursátil, y los banqueros pecan de frivolidad e irresponsabilidad en el manejo de las políticas bancarias. Lo único que les importa son las ganancias fáciles en divisas que les dejan ganancias millonarias.

Solamente el día martes el dólar estadounidense se trepó a los 19.50 pesos y, como ustedes saben, lo que en la economía sube no baja, no es atraído por la ley de gravedad del centro de la tierra, sino por la volatilidad de los mercados locales e internacionales. El peso está condenado a la suerte del dólar, lamentablemente. Es imposible calcular un promedio para seis meses, por ejemplo, y más imposible calcularlo para un año que es un larguísimo plazo desde el punto de vista de la economía. Así que es una niñería afirmar que el promedio del tipo de cambio en 2017 será de 18.02 por ciento.  Estamos a dos meses de que termine el año fiscal y el dólar aún se va a ir a las nubes. Ya lo verán, amigo Meade Kuribreña.

Insisten en que la inflación será del 3 por ciento. Qué mentira. La inflación es el aumento acelerado y sostenido de los precios en la economía y tan sólo en los mercados locales hay un desbarajuste por ejemplo en los precios de los productos de primera necesidad, que en precios al productor están por los cielos y ya no se diga en precios al consumidor. Haga usted un ejercicio, mi querido Meade Kuribreña. Vaya usted de compras a un supermercado, vaya a un mercado público y a un tiánguis, de esos que el gobierno inventó porque según él iban a ser infinitamente más baratos para la jodida población de este jodido país. Ahí descubrirá que la inflación es por sectores pero sacando un promedio, el porcentaje se eleva exponencialmente por lo menos a un 5 por ciento. Las cosas que yo como, que yo compro en el super, me dejan frío, porque se junta el hambre con la necesidad. Quizá a usted le valga porquemercado, primero, usted no va de compras y quien va de su casa lleva harto dinero y usted ni cuenta se da de cuánto gasto tan solo por comida y ya no tomemos en cuenta las chucherías para la señora o para los chiquillos.

Así que una inflación de 3 por ciento para el año venidero es totalmente irreal. Y no se vale engañarse a uno mismo y es un crimen engañar a la gente que supuestamente se gobierna.

El producto, mi querido Meade, lo sabe usted muy bien, no va a crecer entre 2 y 3 por ciento porque no hay condiciones. La economía está estancada. La inflación creciente. El peso devaluado. No hay inversiones. No hay inversiones extranjeras directas, salvo las de riesgo en la bolsa de valores. La economía, aunque el turismo gane algo, o la industria automotriz, está en la olla. No diga, amigo, que el producto interno bruto va a crecer entre 2 y 3 por ciento que ya es poco. Si acaso, se eleva a un poquito abajo del 2 por ciento en términos reales. De veras, amigo, dele la vuelta a lo que hicieron, calcularon, los chamacos de Videgaray, que no ven la realidad mexicana sino la que viven sus papás que gastaron millones en su formación académica en escuelas ideales, irreales, que no tienen contacto con la pinche realidad de la economía real, la de los que sólo tienen la fuerza de trabajo, su mano de obra, como riqueza para aportar para ayudar a que los dueños del capital (y la clase política) continúen concentrando en sus manos los frutos de la producción y la riqueza.

Qué pena me dan ustedes, amigo Meade. Y ya no me voy a meter en otras irrealidades como los cálculos que hay en el paquete económico 2017 como el superávit primario, el déficit de los requerimientos financieros del sector público, el gasto neto, la “reducción” del gasto, eetcetera. Puras simulaciones, puros cuentos, que los únicos que creen son los diputados del PRI y sus satélites. Hay que ser realistas. No podemos ser mentirosos hasta en los números que son parte de una filosofía que dice que 1 más 1 da 2.